El Peligro de la Idolatría en la Iglesia

El Peligro de la Idolatría en la Iglesia

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo…no te inclinarás a ellas, ni las honrarás…” (Ex. 20: 4-5)

“…Un ídolo nada es en el mundo”… (I Cor. 8:4) “…huid de la idolatría” (10:14). “a los demonios lo sacrifican, y no a Dios…” (10:19, 20)

“Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Jo. 4:24)

“Tienen boca, y no hablan…Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían” (Sal. 135:15-18).

“..Ninguna figura visteis el día que el Señor habló con vosotros…para que no os corrompáis y hagáis para vosotros escultura imagen de figura alguna..” (Deut. 4:15-19)

Introducción: La Enseñanza de la Biblia

El segundo de los 10 mandamientos revelados por Dios a Moisés prohíbe explícitamente la fabricación o la adoración de imágenes de escultura (Exo. 20: 4, 5). Inclusive imágenes representando al Dios verdadero fueron prohibidas por el Señor (Deut. 4:15-19). Por causa de esos estatutos, los judíos nunca hicieron imágenes representando a Dios, los profetas, ni otras imágenes con connotaciones religiosas – ni esculturas ni pinturas o diseños. En el Tabernáculo y Templo de Salomón las únicas imágenes permitidas – de querubines – se encontraban en el lugar Santísimo, ocultas al pueblo; solamente el sumo sacerdote, una vez al año, podía contemplarlas.

La Iglesia fiel a través de la historia nunca hizo imágenes de Jesús, Maria o de los apóstoles y mártires en razón del segundo mandamiento. Ese fue el entendimiento de la Iglesia de la Reforma en el siglo XVI. Hasta el siglo XX ningún grupo protestante o pentecostal admitió el uso de grabados o imágenes representativas de Dios (el disparate más grande, pues jamás nadie vio a Dios, y Dios es Espíritu), del Señor Jesús, de la Virgen Maria, de los apóstoles o de los mártires.

La serpiente de bronce que Moisés levantó en el desierto no fue hecha para recibir culto. Cuando, mas tarde, se hizo una reliquia sagrada y comenzó a ser venerada por el pueblo, que paso a ofrecerle incienso, el Rey Ezequías (II Reyes 18.4) “quebró en pedazos el bronce de la serpiente que Moisés hiciera; pues hasta aquellos días los hijos de Israel quemaban incienso a ella e la llamaban Nehustán”. Es por esa razón que el Señor no se agrada de objetos religiosos, que al principio no son ídolos en si mismos, pero después se hacen objetos de idolatría.

La Idolatría Entra en la Iglesia Histórica

Las imágenes comenzaron a entrar en la Iglesia porque se argumentaba que representaciones visibles de los personajes de las Escrituras o de los acontecimientos bíblicos serian útiles a la enseñanza de las verdades religiosas. En el siglo tercero había tres grupos en la Iglesia que mantenían distintas opiniones sobre ese asunto, propugnando respectivamente:

a) El rechazo a las imágenes de escultura y pinturas religiosas, cualquiera que fuera su forma;

b) La utilización de imágenes de escultura y pinturas religiosas apenas con el propósito de instrucción; y

c) El uso de imágenes de escultura y pinturas religiosas no apenas para la instrucción sino también para el culto.

Cuando el Papa Gregorio, el Grande (590-604 AD), aprobó el uso de imágenes en las iglesias, insistió en que ellas no deberían recibir culto, admitiendo el uso de imágenes solo como medio de instrucción. Las imágenes serian los libros de los analfabetos. Las imágenes se hicieron, sin embargo, el centro de atención y de culto, mas que las propias personas (Dios Padre, Jesús, Maria, los santos) que ellas supuestamente representaban.
Obs. Hasta hoy las autoridades de la Iglesia se refieren a una imagen como a la propia persona que ellas representan, razón por la cual se inclinan delante de la imagen como lo harían delante de las propias personas representadas y a ellas dirigen sus rezas.

Apenas en el siglo VIII, en el Concilio de Niza (787 AD), el culto a las imágenes fue enteramente aprobado. Tomás de Aquino, teólogo de la Iglesia, defendió el uso de imágenes en el culto, sosteniendo que sentimientos piadosos son mas fácilmente creados por lo que el pueblo ve de que por lo que oye. Sin embargo, la verdad es que las imágenes no tienen condiciones de generar la verdadera fe en los adoradores, pues la Biblia afirma que “..La fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios”.

La Reforma y la Idolatría

En la época de la Reforma del siglo XVI, los protestantes condenaron el culto a las imágenes, por contrariar la voluntad de Dios expresa en el segundo de los Diez Mandamientos y por dar margen a abusos en su uso, como es el caso de la veneración o culto. Las imágenes fueron excluidas de todos los lugares de culto en las iglesias protestantes.

Juan Calvino, el gran reformador, afirmó que es vanidad y falsedad todo lo que el hombre pueda aprender a través de las imágenes con respecto a Dios. Esa enseñanza es corroborada por la Palabra de Dios, según la cual es “la estatua de fundición que enseña mentira” (Hab. 2.18).

Tratando del tema, el Catecismo de Heildelbert (protestante) registra: ¿Podrían ser toleradas imágenes en las iglesias para la instrucción de los analfabetos? De ninguna manera; pues no es conveniente ser más sabio que Dios, que quiso que su iglesia fuese instruida no por imágenes mudas mas por la predicación de Su Palabra.” En verdad, se aprende en I Corintios 12 que la iglesia del Señor no es mas guiada por ídolos mudos. Es guiada por el Espíritu Santo, según se deduce del mismo capítulo.

En cuanto a Dios-Padre, ya fue manifestado que El no apareció bajo ninguna forma para que Su pueblo no hiciese imágenes de Él. Sin embargo, la Iglesia comenzó a representarlo como un anciano barbudo de cabellos blancos. Con relación al Señor Jesús, se nota que en ninguna parte de la Biblia, sea en el Antiguo o en el Nuevo Testamento, existe alguna descripción de la apariencia física del Señor Jesús, a no ser lo que está registrado en Isaías 53:2. Esa “descripción” curiosamente contraria a las imágenes que se hacen del Señor para la moderna literatura protestante, pues revela que el seria como “como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. ”.

Es significativo, además, que la Iglesia no ha producido ni utilizado grabados del Señor Jesús durante los primeros cuatro siglos. Siendo El propio la verdad, es seguro que el Señor Jesús no aprueba cualquier forma de enseñanza falsa respecto a si mismo. Los grabados de Jesús no son, por tanto, una ayuda a su conocimiento o al culto a la Divinidad. Antes, son un obstáculo al verdadero culto, a ser ofrecido “en Espíritu y en Verdad”.

Idolatría y Superstición

En la Iglesia Romana la cruz tiene que estar en cada altar, en los tejados de las Iglesias, en la escuela y en los cuartos de los hospitales, y en las casas de los católicos con la finalidad de proporcionar bendición o protección. En interiores, el crucifijo es por regla general mas utilizado que la cruz. Pequeñas cruces o crucifijos suspensos sobre una cadena sobre los trajes o colgados del cuello son frecuentemente usados por sacerdotes y monjas El misticismo unido a la cruz lleva muchos cristianos a hacer la señal de la cruz para ser bendecidos o protegidos.

No hay ejemplos en las Escrituras de una cruz material siendo usada para cualquier finalidad religiosa. Tampoco hay evidencia de que la cruz fuese usada como un símbolo cristiano durante los primeros tres siglos del cristianismo. De cualquier manera, la cruz, siempre fue vista como un instrumento de tortura y vergüenza en los tiempos de Cristo.

Ese concepto de objetos religiosos o sagrados (cruces e imágenes) es una manifestación de materialismo pues estimula la confianza en un objeto material, y no la confianza en Dios. Es lo contrario de la fe, que es la certeza de cosas que no se pueden ver y tienen por objeto el propio Dios – confianza en Dios. “Andamos por fe y no por vista” (2 Cor. 5:7), afirma el apóstol Pablo. La Biblia afirma que “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Sin fe es imposible agradar a Dios …” (Heb. 11: 1, 6). Sin embargo, ciertos cristianos confían que esos objetos tienen el poder de transmitir la bendición de Dios, de Jesús, de Maria o de los santos.

Atribuir poderes sobrenaturales a objetos como las reliquias, la cruz, o crucifijo, un escapulario, como se encuentra en la iglesia romana u ortodoxa, es un concepto no acepto por la iglesia fiel desde el tiempo de los Apóstoles. Ese concepto de objetos sagrados es exactamente lo que se denomina fetichismo. Un diccionario describe fetiche como un objeto natural que, según se cree, es la morada de un Espíritu o representa un Espíritu que puede ser inducido o forzado mágicamente a ayudar o proteger el propietario de daños o dolencias.

Protestantes y Pentecostales en el siglo XX

Al considerarse la Historia de la Iglesia, se nota que las imágenes entraron en la Iglesia apenas para ser usadas en la enseñanza, no para propósitos de culto. Posteriormente, poco a poco, se hicieron objetos de reverencia y adoración. La historia se repite actualmente. Imágenes están entrando en las iglesias protestantes y pentecostales con objetivo semejante: ilustrar libros religiosos y decorar residencias.

Curiosamente, hasta la mitad del siglo XX, apenas los Adventistas y Testigos de Jehová – que no eran considerados por los protestantes y pentecostales como verdaderos creyentes por no creer en la salvación apenas por la gracia por medio de la fe en el Señor Jesús – usaban grabados religiosos de Jesús y de los apóstoles en sus libros de enseñanza y en la propia Biblia.

Se siguieron a ellos, en esa práctica, las iglesias que rechazaron el bautismo con el Espíritu Santo y con fuego (Luteranas, Anglicanas, Presbiterianas y Metodistas) de los Estados Unidos, razón por la cual su amor no fue renovado por el calor del Espíritu.

Esos grupos aceptaron el uso de pinturas o diseños representando Dios-Padre, imágenes de Cristo, de Maria y de los apóstoles en su literatura religiosa y, a seguir, en cuadros destinados a decorar residencias o templos religiosos. La justificativa al uso de imágenes era que los creyentes necesitaban objetos para estimular su fe, los niños necesitaban imágenes y escenas de la vida de Jesús y de los apóstoles para entender las historias o para concentrarse en la enseñanza.

Sin embargo, los creyentes nunca necesitaran de esas representaciones artísticas para alcanzar esos objetivos. Lo que bíblicamente inspira el creyente es la operación del Espíritu por medio de la Palabra de Dios (la Biblia). Y lo que santifica un lugar es la presencia del Espíritu Santo, que se manifiesta apenas donde hay santidad y fe en los corazones de los creyentes – y no donde hay imágenes religiosas. Al revés, esas imágenes impiden la plena operación del Espíritu Santo, dando margen a la operación de Espíritus engañadores que proporcionan experiencias místicas.

La aceptación progresiva de imágenes religiosas por creyentes protestantes ocurrió paralelamente a la actuación del movimiento ecuménico y a la divulgación del entendimiento de que la “doctrina divide” y que lo importante es el amor.

Entre los pentecostales, en particular, surgió esa tolerancia con respecto a imágenes como fruto de un entendimiento erróneo del bautismo con el Espíritu Santo: Si católicos estaban siendo bautizados con el Espíritu Santo seria porque Dios refrenda su doctrina – inclusive la veneración de imágenes, oraciones a los santos, reza en favor de los muertos, etc. En realidad, una finalidad del bautismo con el Espíritu es guiar a los creyentes a toda la verdad (Juan 16:13-14.

Otro elemento que proporciono apoyo significativo a la tolerancia ecuménica con relación a la idolatría surgió en los Estados Unidos, donde las doctrinas filosóficas del relativismo, de la igualdad entre las culturas (divulgadas por la antropología) e, inclusive, entre las religiones penetraron en la sociedad inclusive en muchos seminarios protestantes. Ese entendimiento contaminó no apenas medios espiritualmente tibios, sino incluso muchos círculos carismáticos y evangélicos en aquel país. De ese país, ese entendimiento comenzó a esparcirse por Europa y, aún hasta, por Europa Oriental.

Es curioso observar que en los países donde las iglesias pentecostales se encuentran en estado de avivamiento (América Latina, por ejemplo), no existe esa tolerancia con relación a la idolatría. Al revés, hay un claro entendimiento de que lo dispuesto en el segundo mandamiento y en las demás Escrituras mencionadas arriba permanece siendo la expresión de la voluntad de Dios con relación a la idolatría. Sin embargo, en los medios pentecostales de Estados Unidos y de Europa, donde el crecimiento numérico de las iglesias es mínimo y donde es prácticamente nula la operación de los dones espirituales, hay una tolerancia grande y, hasta mismo, aceptación abierta de la idolatría.

Como resultado de la divulgación de imágenes de Jesús y de santos, muchos creyentes verdaderos comenzaron a acostumbrarse – e inclusive a admitir como nada grave – las prácticas de las iglesias históricas en las cuales los ídolos o iconos – inclusive imágenes de Jesús, Maria y apóstoles – se constituyeron objeto de adoración. Esas imágenes no son más tan anormales para los creyentes, pues estos se acostumbraron a ver esas imágenes en los libros de la Escuela Dominical y en sus Biblias. Se olvidaron de lo que dicen las Escrituras con respecto a la Nueva Jerusalén: “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira” (Apo. 22:15).

Lo mismo se aplica a las imágenes de ángeles. Además de generar impresiones religiosas contrarias al contenido de la verdadera fe (“la certeza de cosas que no se ven”, resultado de oír la Palabra de Dios), las imágenes de ángeles están tan distantes de la realidad de esos gloriosos seres celestiales que en verdad pasan a enseñar falsedades con respecto a ellos. Las imágenes representan, por ejemplo, ángeles – bebés, ángeles con aspecto afeminado, o que no corresponde a la realidad de esos seres.

Esas imágenes contribuyen para generar un entendimiento de los ángeles como seres ridículos y de risa, haciendo difícil creer en la propia existencia de ángeles. Mas, al contrario de lo que se ve, los ángeles del Señor son seres serios y poderosos que transmiten el temor del Señor cuando aparecen en medio del pueblo de Dios.

Experiencia de la Iglesia Fiel

Las experiencias que o Señor ha dado hoy a Su Iglesia confirman que las imágenes son una fuente de opresión pues, al contrariar expresamente la voluntad de Dios, constituyen una brecha, permitiendo que el maligno entre en una persona o opere en una casa, causando disensión, enemistad y falta de entendimiento de la verdadera voluntad de Dios.

Las imágenes también son un obstáculo a la operación del Espíritu Santo en la iglesia o en una persona. La presencia de imágenes en un ambiente frecuentemente impide que personas reciban libramientos espirituales, sanidad física o entendimiento de la Palabra de Dios. Por otro lado, permiten que el enemigo esparza doctrinas o prácticas erróneas, inclusive promoviendo experiencias místicas (no sancionadas por las Escrituras).

La presencia de imágenes en un ambiente de culto es un obstáculo al recibimiento por la iglesia de dones espirituales, pues impiden que el Espíritu Santo tenga plena libertad en medio de la iglesia y conceda discernimiento de Espíritus y sabiduría en el uso de los dones (II Cor. 6:16, 17).

Las imágenes son una brecha que permite que el enemigo perturbe un culto manifestando su presencia a través de una persona posesa, transmita un don espiritual falso en un culto o una falsa interpretación de un don espiritual.

Conclusión

La Obra del Espíritu Santo no puede, por tanto, ser plenamente establecida en una Iglesia donde hay ídolos. Si una iglesia se libra de las imágenes, el Señor se agrada de esa iglesia, habiendo, así, plena libertad para la operación del Espíritu Santo (II Cor. 6:16, 17). La presencia de ídolos en un ambiente impide, igualmente, la iglesia de recibir dones espirituales y revelaciones del Señor.

En esta última hora en que el Señor está bautizando con su Espíritu Santo sus siervos en todas las partes de la tierra, el enemigo intenta destruir la Iglesia fomentando la tolerancia a la idolatría y ciertas prácticas que son mas fácilmente introducidas en ambientes donde los ídolos son tolerados: experiencias místicas (no sancionadas por las Escrituras), alabanza enfocada a agradar al hombre y exaltación de líderes eclesiásticos.